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Por poner algo... de tí y de mí

No hace falta tener de qué hablar para escribir una crónica decente, ni tan siquiera tiene que tener un espacio estipulado ni un número fijo de lineas para que pueda ser considerada buena, y ante todo, crónica. Simplemente podría hacer un boceto de la opinión que me merece p.ej el nuevo peinado de Ana Torroja o el hijo bastardo de Camilo J.Cela. Pero no voy a perder el tiempo en memeces, de las que tendría que inventar, porque hace tiempo que no veo ningún programa del cotilleo. Además tengo el abductor y el aductor muy cargados como para eso (y ahora voy a ubicarlos en la geografía corporal que mi señora madre me ha regalado geneticamente).
De mí: Hoy no he podido ir al gimnasio, todos los músculos de mi body votaron por unanimidad ponerse en huelga hoy y celebrar una jornada de dolores molestos. Me fui de tiendas, que siempre es productivo, y dejé plantados a mis deberes físicos y morales hasta mañana. Seguramente vaya después de clase. Quizá el chico musculoso, bronceado de solarium, sudoroso de tanto ejercicio que se mete (o eso, o es que se baña en aceite para brillar), de media melena desigual y mojada, que se atreve con el spinning a veces y me lo cruzo cuando entra a tonificación, me haya echado en falta, aaaains, estos metrosexuales como son!!
Desde aquí, enviar un mensaje de enhorabuena a todos/as aquellos/as que hayan tenido exámenes en septiembre y hayan aprobado y a los que no, pues... a joderse!
De tí: Te pasas los días leyendo mis paranoias mentales plasmadas en este espacio, respetando el protocolo de transmisión y todavía sigues preguntándote por qué entras una y otra vez. Siento decírtelo amigo/a, pero... estás enganchado/a!! Si, aunque te reproches el haber seleccionado de entre tus páginas web favoritas mi blog, o simplemente el haber escrito su nombre en un buscador para que te lleve hasta mí, es inevitable, es como una droga de la que necesitas una pequeña porción diaria. Cuando no hay temas nuevos, la tristeza te invade, dejas que recorra tu cuerpo esa oleada de decepción para sucumbir a la más profunda de las depresiones, te comprendo bien, por eso prometo regresar! Un beso para tí fiel lector, que te lo mereces por aguantar mis viajes cerebrales hacia ninguna parte.

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