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Como un bicho raro que... te desea.

Como un bicho raro que... te desea.

Como un bicho raro que no entiende de melodías prohibidas, desdibujo tus ensoñaciones con merecidos desplantes. No es necesario que calles tus deseos con tristezas de viuda egocéntrica, ni desnudes tus anhelos con la misma pulcritud con que me observas, cuando intento hacerme un hueco entre el gentío para ver cómo las llamas deboran lentamente un atardecer que no me atañe. Cierra los ojos y siente cómo nuestros cuerpos se funden en uno, escucha los latidos de tu venganza a mis insinuantes curvas  que merecen ser mancilladas con tu saliva, saborea la libertad que supone estrechar mi figura con ataques de ira contenida y ese hormigueo lascivo que sube desde las plantas de los pies hasta tus osadas manos, que no entienden de fronteras y se limitan a explorar el terreno con la cautela de un aprendiz. Bailemos hasta que digan basta tus músculos...

He de mudar mi sonrisa para el otoño por una mueca más ecológica, he de recomendar un buen corte de pelo a tu necio egoismo, para que puedas dejarte llevar por la simpatía que desprenden mis decisiones tomadas tan impulsivamente y permitas a tu imaginación pasearse como si nada entre el surco de mis pechos desnudos. Eres tán sumamente especial, que me rebienta reconocerme prisionera de tu endiablada testarudez, de tus idas y venidas, del suave viento que mece tus finos y enredados pensamientos, de tu gélida voz cuando me hablas de insignificancias que no vienen a cuento. No tengo tiempo, no quiero esperarte de nuevo en esta habitación sin fin, sin tenerte no me permito acortar distancias entre lo que pretendo y lo que esperas de mí. Te pertenezco aún sin saber quién soy realmente, porque a pesar de desconocer el origen de mis ensoñaciones, me deshago al paso de tus caricias...

Soy un bicho raro pendiente de tus manias, esperando una señal que me diga que no soy lo suficientemente raro como para compartir los manjares de tu cuerpo, como para elevar tu voz hasta el jadeo profundo que sienten tus poros extenuados, como para ser pretendiente de tu sabios placeres, de tus gemidos sordos, de tus escalofrios calientes, de los suspiros que se lanzan sin paracaidas desde tu boca para estrellarse entre las sábanas recién lavadas. Recuerdo tus espasmos contra mi  olvidado torso, mientras viajo mentalmente a través del tiempo y el espacio que separa tus caderas de mis malcriados caprichos.  Eres tan especial... y yo tan bicho...

2 comentarios

Vir -

Muchas gracias por tu comentario Larisa P. Lo he visto tarde, pero bueno... te agradezco tu lectura!

Larisa P. -

Wooooww.. muy bueno, excelentemente redactado, quiza un poco pequeña la fuente.
Magnifico!