De acá para allá

Alejada del esparcimiento, de la noche, de los encuentros que ya no ansío, de las luces de neón, de tí, de mí misma, alejada de las copas, de las risas falsas, de los tonteos gratuitos, de los pisotones sin querer, de los empujones conscientes y de la resaca consiguiente. Se despierta una mucho mejor así. Hace tiempo que he aprendido a disfrutar de la luz del día. Mis años de buho se han convertido en recuerdo.

Me sentí desarraigada, sin saber que hacer o pa donde tirar. Ahora creo que se encauzan un poquito las cosas y supongo que aunque me encuentro en un lugar excesivamente caro, también es cierto que es excesivamente bello. Donosti, mi nuevo destino. Es de esos lugares que cuando los visitas piensas "podría quedarme a vivir aquí sin problemas" (es más, me gustaría quedarme) Tiene la tranquilidad de un pueblo, con la variedad de una ciudad y la belleza de una bahía bañada por el cantábrico. La imagen provocada por la ira se desvanece en cuanto paseas por sus calles. Cuesta creer que se tengan que revisar los bajos de los vehículos en un lugar como ese. Adelantándome a los acontecimientos yo me pregunto: ¿ Es ese mi lugar definitivo?

Volver... me pregunto si en el fondo eso es lo que  deseo. Las añoranzas van en detrimento, el tiempo sigue su curso y la gente cambia, evoluciona diría un amigo. Cuando regresas solo queda tu hueco en una cama que aunque es tuya la sientes ajena, lo demás, ha girado tanto que se ha pasado de rosca. Decido que es mejor mirar al frente y mientras lo hago, iré tejiendome un jersey con trocitos de recuerdos sobre momentos vividos y personajes olvidados porque amenaza frío y este invierno, no quiero resfriarme por segunda vez.