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Cómo hemos cambiado...

Cómo hemos cambiado...

Casi sin querer, susurrando si me apuras, el tiempo transcurre sin pausa mientras nosotros permanecemos como meros espectadores, ajenos a sus planes de futuro pero víctimas de sus consecuencias sobrevenidas, sin más salvaguarda que la que nos proporcionan nuestros instintos de protección que se activan inconscientes cuando nos tocan la fibra. Ayer, como buena vecina que soy y "parroquiana" e "comuneira" según el presidente del C.V.C.V, asistí a la inauguración del nuevo centro cultural. Por muchas razones no podía negarme: 1. aducir pereza por el largo trayecto no era una excusa convincente ni razonable, me queda a un suspiro de casa. 2. La presencia de las autoridades era un aliciente que merecía mucho la pena. Iba a perderme el desfile de politicos, con alcalde incluido?? Por supuesto que no. Eso sí, para ver al alcalde tuve que ponerme de puntillas y no por mi corta estatura esta vez, sino por la suya. Creo que en su infancia no debío respetar las raciones recomendadas de cola-cao ni de nocilla. 3. El programa cultural y el ambiente festivo prometían una tarde de lo más enriquecedora y el factor etílico, para qué engañarnos, tenía bastante sobrepeso a mi buen entender y era gratis.

Nos fuimos la familia casi al completo, mi Sra. madre, mi hermano mediano, mi cuñada y la cosa monísima que tengo por sobrinito. Faltaban el pilar mayor (el Sr. padre, que declinó la diversión por una siesta de 3 horas) y mi hermano pequeño en edad, pues en estatura me saca otra yo, que prefirió ir a ponerse cangrejo a la playa (por poco y tiene que hacer nudismo obligado :P) El recibimiento fue espectacular. Apenas llegar, cuando todavía no nos habíamos hecho al entorno ni paseado por las instalaciones a estrenar, una pareja de periodistas nos asalta, la una portando una cámara y la otra una libretilla de anillas y la mejor de sus sonrisas. Con cara de muchos amigos, nos pregunta si nos importaría posar para ser retratados para el periódico. Mi afán de protagonismo, no pudo por menos que soltar un tremendo "sí" que salió de mi boca antes de que pudiese procesar la petición. Cuando reaccioné ya estábamos poniendo posturita y sonrisa orgásmica. No nos engañemos, el peque ha sido el reclamo. La becaria de periodista jamona, nos preguntó nuestros nombres y apellidos y se divirtió un rato jugando a adivinar el grado de parentesco que unía a nuestro grupúsculo. Le pregunté de qué periodico eran (y no voy a desvelar su nombre, por si deciden elegir nuestra foto de entre todas las que hicieron y agoteis las existencias en el kiosko)  

Una vez llegó el Sr. Alcalde y su séquito de esbirros bien adiestrados en propinar ósculos a diestra y siniestra, pudimos entrar en el recinto cultural y permanecer espectantes al destape de la placa inaugural y al cante jondo de todo el populacho. La banda de gaitas que habia amenizado nuestra llegada a las puertas del centro, interpretó el fondo musical de un himno galego entonado por todas las gargantas parroquiales, que se desgañitaban intentando afinar lo máximo que le permitian sus cuerdas vocales. Lo próximo fue la cata de las butacas del salón de actos. Cómodas, espaciosas e impolutas. Las paredes blancas como la nieve y el escenario considerable, con unos cortinones dignos del García Barbón. En el tiempo que permanecimos en la estancia, nos tragamos un video conmemorativo de la historia del C.V.C.V... la entrega de placas de agradecimiento por la colaboración a los mandamás, con politiqueo barato en forma de discurso improvisado, los monólogos del presidente del centro (que más que en una inaguración, se creía estar en el club de la comedia, con imitación de Mr. Been incluida) y las actuaciónes estelares de la Coral, de la Banda de Música y una exhibición final de ambas conjuntamente. El calor que allí hacía y los más de 400 alientos distintos que resoplaban, se me hacía insoportable. El peque no aguantó ni el primer asalto y tuvo que llevarlo el padre a su casa. Después de habernos empapado con piezas musicales interpretadas con sonido exquisito, dedicimos irnos a cenar a casa, justo en el momento en que nos citaban para hacer la pausa del "whisky-break" (otro chiste del presi). Asi que... nos quedamos sin vinitos del país y sin empanada galega. Me imagino a todo ese mogollón peleándose por el último trozo, madre mia! Para rematar, actuaba una portuguesa conocida cantante de fados María nosequé y un espectáculo pirotécnico, ponían el broche de oro. Los fuegos de luces, los presenciamos desde el balcón tan ricamente.

He visto a gente que hacía mucho que no veía y a los que apenas recuerdo. He comprobado lo mucho que hemos crecido y cambiado. He tenido una sensación de agobio contenido y he pensado en lo diferentes que nos hemos vuelto hacia los demás. La mayoría de las chicas que conocía cuando sólo era una niña, se paseaban con sus retoños recién paridos en brazos y yo.... yo sigo siendo la misma, o así me siento cuando me devuelve mi imagen un espejo. Sin embargo, creo que a la vista de los demás, soy tan diferente cómo ellos me lo parecen a mí. Lo malo, o bueno no lo sé, de estos acontecimientos es que hacen que recapacites y seas consciente de lo deprisa que pasa la vida por delante de nuestros ojos.

3 comentarios

Vir -

La verdadera razón de mi visita, fue el Alcalde!!!! Me pone!

Rafa -

Es que a la Vir solo le interesa ir a los sitios a gorronear.

Juan -

Pareces una de esas señoras que son profesionales de la inaguración, que van sólo a por los pinchos :P Seguro que llevaste bolso para llevarte comida a casa. ¡¡¡quiero ver la foto en el periodico!!